(...)Al abrir los ojos Myriam se percató que la voz se había ido e intento zafarse, una vez mas. Lo único que lograba era dañarse las manos pues al hacer fuerza la soga que ataba sus muñecas cortaba lentamente su piel.
Pasó así horas y horas... el sonido de su estómago hambriento era el único que se escuchaba gruñir.
En casa, su abuelo tenía esperanzas de que Myriam viviera; aunque había encontrado su habitación llena de sangre, él sabía muy bien que si esa bestia se la había llevado, aún la mantendría viva hasta la medianoche.
El abuelo era el que más sabía de estas historias pueblerinas, de estos relatos fantasiosos pues las había contado durante años... pero nunca había vivido algo tan real y tan cercano. El abuelo sabía que la bestia existía, pero jamás se imaginó que se llevaría a su queridísima nieta, Myriam.
Los hombres mas jóvenes y robustos de la ciudad empezaron a peinar el pueblo en búsqueda de Myriam, sin encontrar rastro alguno.
El abuelo, luego de agotar todas las hipótesis de supuestos secuestradores y locos asesinos en serie reunió al pueblo y les contó lo que él pensaba que había sucedido realmente. El pueblo se horrorizó y obviamente hubo mucha gente que no le creyó.
El abuelo pidió que porfavor se prendieran velas moradas en las ventanas de todas las casas; y así con un grupo de aguerridos hombres, salió en búsqueda de su nieta adentrándose en el bosque... (continuará)